viernes, 12 de febrero de 2010

Sumisa Omisión


Permiso por el silencio de eterno vagar
Permiso por mi ojo que cree mirar
Permiso por no opinar a la orilla del camino
Permiso por subir la escala de la noche
Permiso por respirar tu aire de aroma a sal
Permiso por mi sombra que cubre la tuya
Permiso por comer lo ya diluido
Permiso por beber de esa boca compartida
Permiso por tocar tu mejilla con mi mano
Permiso por sentir el viento nortino en mi piel
Permiso por oír el canto triste de la gaviota perdida en la ciudad
Permiso por el latir firme de mi corazón ante la verdad
Permiso por el llanto agudo del niño que sueña con la bondad
Permiso por prohibir la indiferencia del que cree ser
Permiso por el que quiere querer ser
Permiso por el amor terrenal
Permiso por el amor celestial
Permiso por odiar al odiado
Permiso por verte desde este lado
Permiso por estar sin ser visto
Permiso por usar el pañuelo adentro del bolsillo del pantalón
Permiso por el pliegue perfecto de la camisa blanca
Permiso por doblar a la izquierda
Permiso por pintar de rojo el árbol para que crezca frondoso
Permiso por mi sumisa omisión

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